Desde a Janela.- Por Felipe de Jesús Fernández Basilio @fefebas: Noche Electoral

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Felipe de Jesus
@FelipeFBasilio

El próximo martes 8 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones en los Estados Unidos de América, elecciones que son importantes para nuestro país, ya que se trata de nuestro principal socio comercial y por lo mismo su resultado de alguna manera trasciende en México.

Mucho se ha dicho al respecto: que si tal o cual candidato es favorecido en las encuestas y por lo mismo en el voto popular, que si uno u otro de ellos es más nocivo para los mexicanos y un sin número de especulaciones que surgen a raíz de lo que pueda suceder ese martes.

Ahora bien, para entender mejor ese proceso electoral considero necesario explicar cuáles son sus reglas y la manera en que se va a llevar a cabo, es decir hacer una especie de guía para disfrutar lo que los norteamericanos llaman la “Noche Electoral”, debido a que por su mecánica la Noche Electoral es un verdadero espectáculo, al nivel del Súper Tazón o de la Serie Mundial.

Lo primero que hay que saber es que la elección presidencial en los Estados Unidos de América es diferente a cualquier otra elección que se lleve a cabo tanto en ese país como en cualquier otro, sin por ello dejar de ser democrática.

Generalmente en los sistemas electorales democráticos del mundo, el candidato que tiene más votos populares gana, lo que se denomina democracia directa, ya que su ecuación es fácil, gana el que es más votado.

En Estados Unidos ese sistema también impera para elegir un sin número de cargos de elección popular, desde Senadores, Representantes (Diputados), Gobernadores, Senadores y Representantes estatales, así como Concejales de condados y municipios (en donde la población lo permite), además de Jueces y Fiscales (muy interesante éstos últimos); sin embargo no es el caso para la elección de Presidente y su anexa de Vicepresidente.

Ésta última se lleva a cabo mediante un sistema de votación democrática indirecta (el que incluso muchos estadounidenses desconocen), en el cual la población de cada estado elige a sus delegados para la convención que realmente elige al Presidente y al Vicepresidente de los Estados Unidos de América, los cuales técnicamente son libres de emitir su voto por los candidatos (no olvidemos que se trata de una fórmula: Presidente y Vicepresidente) que ellos quieran, aunque en la práctica llevan el voto comprometido en relación a la fórmula que ganó el sufragio popular de su estado, (toda vez que si ganan en un estado los demócratas van ciertos delegados y si ganan los republicanos van otros diversos, con el compromiso de votar a los candidatos que representan).

Ahora bien, dicho sistema consiste no en la celebración de unas elecciones nacionales, sino en la celebración de 51 elecciones locales (50 estados y el Distrito de Columbia) simultaneas, en las que al final del día se suman sus resultados y de acuerdo al valor de cada estado se envía una determinada cantidad de votos al Colegio Electoral, mismos que servirán para elegir en una fecha posterior, en diciembre, al Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos de América.

Cada estado tiene una determinada cantidad de votos electorales (delegados al Colegio Electoral), votos que se determinan de acuerdo a la cantidad de representantes que tienen en la cámara fedral (o sea su población) más los dos senadores que tienen (pacto federal: todos los estados valen lo mismo por el hecho de serlo).

De ahí tenemos que el mínimo de votos electorales por entidad federativa es de tres (el equivalente a sus 2 senadores más su representante) y el máximo se determina de acuerdo su población (a mayor población serán el equivalente a 2 senadores más los representantes que lleguen a tener).

Debido a lo anterior es que tenemos estados muy chicos, chicos, medianos, grandes y muy grandes en cuanto a su peso electoral en las presidenciales, ya que cada uno tiene una población de diverso tamaño y por tanto una cantidad diferente de votos electorales.

Hay estados que son básicamente rurales con muy poca población, lo cuales alcanzan apenas los tres votos o poco más, mientras que otros que son mucho más urbanos y por lo mismo tienen una considerable cantidad de votos electorales.

Por ejemplo, el estado más fuerte es California que cuenta con 55 votos electorales (ya que por su población alcanza los 53 representantes más sus 2 senadores), seguida por Texas (Tejas para nosotros) con 38 votos electorales (ya que tiene 36 representantes y 2 senadores) y en tercer lugar se encuentran La Florida y Nueva York con 29 votos electorales cada uno, como tarea queridos lectores saquen la cuenta de cuantos representantes y senadores tienen en el Capitolio.

Así mismo hay estados que tienen solo 3 votos electorales, ya que los mismos tienen una población pequeña, ejemplo de ello son las Dakotas, Wyoming, Montana, Alaska y el Distrito de Columbia (a quien por  medio de una enmienda constitucional, al no ser estado, se le concedió al menos el mínimo de votos electorales).

Y entre ellos se encuentran los demás estados que conforman la Unión Americana, teniendo una cantidad diversa de votos electorales acordes a su población, siendo ejemplo de lo anterior: Illinois y Pensilvania  con 20 votos electorales, Ohio con 18, indiana 16, Washington (estado, no ciudad) 12, Arizona 11, Nuevo México 5, Idaho y Hawái 4.

Ahora explicaremos cómo se obtienen esos votos electorales: como ya dijimos antes, cada estado tiene un valor acorde a su población más 2 votos que tienen por el hecho de ser un estado, los que se obtienen siguiendo el método anglosajón, el cual consiste en que quien gana las elecciones en el estado en cuestión, se lleva todos los votos de ese estado; salvo Maine y Nebraska que pueden distribuir sus votos mediante el sistema de representación proporcional, es decir sus votos electorales se distribuyen de acuerdo al porcentaje de votación que cada fórmula obtuvo en esos estados.

Por lo tanto el número mágico para ser electo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica es de por lo menos 270 votos electorales, o sea el 50% más 1 del Colegio Electoral y para obtener esa cantidad de votos electorales cada fórmula debe de ganar las elecciones celebradas en los estados necesarios,  que sumados les den al menos esa cantidad, p.e: en 2012 Obama ganó el voto popular en 26 estados, los cuales le otorgaron 332 votos electorales, mayoría más que suficiente para ganar la presidencia; sin embargo en 2000 Bush Jr. perdió en el voto popular, pero apretadamente derrotó a Gore en el Colegio Electoral, (apenas con los votos electorales de la Florida, ganados en los tribunales tras muchas impugnaciones), sucediendo lo mismo en 1876 y 1888; es decir, resulta electa la fórmula que gana el Colegio electoral (al menos 270 votos electorales) y no quien gana la votación general del país.

Este sistema tiene su razón de ser, porque cuando fue diseñado no existían los avances tecnológicos que hay ahora y al ser Estados Unidos un país tan extenso y respetando estrictamente su federalismo, es decir la unidad y representación de los estados, era necesario que cada estado nombrara sus delegados al Colegio Electoral y  tuvieran el tiempo suficiente para marchar, desde todos los confines de la Unión, hasta la capital para llevar a cabo la elección presidencial.

Ahora bien, dicho método electoral es tachado de anacrónico, sin embargo el mismo es democrático, ya que si bien es cierto que quien gana en la suma de los estados es presidente y no lo es necesariamente quien obtiene más votos populares, también lo es que el ganador está totalmente legitimado por el pacto federal, ya que obtuvo su votación acorde al peso específico de cada entidad federativa, partiendo de la base de que todos los estados son iguales entre sí y el Presidente de la Unión es una autoridad federal electa tanto por su población como por las entidades en un plano de igualdad, es decir un federalismo puro.

Por lo que la espectacularidad de la Noche Electoral radica en la manera en que va llegando el conteo de los votos electorales, ya que los Estados Unidos tiene hasta seis husos horarios: Este, Centro, Montañas, Oeste, Alaska y Hawái; siendo al menos relevantes los cuatro primeros para dar el resultado de las elecciones, por lo que generalmente se trata de cuatro horas en la tarde-noche de absoluto suspenso.

Bien, esa es la parte técnica y a mi gusto la más bonita de ese sistema electoral, sin embargo considero necesario abordar aunque sea de manera sucinta el panorama electoral en la nación vecina.

A estas elecciones concurren dos candidatos: uno muy malo y otra menos peor, perdón por la expresión, pero es la verdad.

  1. Trump de los republicanos es un candidato tan nefasto que incluso se las ha arreglado para alienar el voto de muchos de los republicanos de hueso colorado y lo es, porque es un personaje venido a más, quien cegado por su aparente fortuna y aprovechándose de la ignorancia y/o desgracia de buena parte de la población (lo he dicho antes, es un gran discípulo de AMLO) pretende ganar con un discurso xenófobo y populista, mismo que puede ser aceptado en los estados del Sur, en los del Círculo Bíblico y en los de las llanuras del Medio Oeste, la que en México llamamos la “Morralla Electoral”, así como en los estados venidos a menos, tales como: Ohio, Michigan y Wisconsin, entre otros; pero que sumados pueden complicar el resultado en el Colegio Electoral.
  2. Clinton es una persona que más con tesón que con carisma ha buscado la presidencia, de hecho me atrevo a augurar que sólo va a ser Presidente de un periodo, ya que no cuenta ni con el prestigio ni con la popularidad de Obama ni mucho menos con la de sus esposo, (W.J. Clinton ha sido el Presidente más popular de los últimos tiempos, incluso sobre Obama) y casi es seguro que gane ante la polaridad que genera su oponente, pero en un futuro y con un mejor candidato republicano lo más seguro es que ahí termine su carrera; ya que al día de hoy meramente ¡Se sacó la lotería!, y su apuesta es en ganar las dos costas y con ello buscar la mayoría del Colegio electoral; el martes veremos si lo logra.

Por lo mismo, apreciados lectores, les recomiendo que el martes en la tarde-noche no solo vean los resultados, sino que disfruten enteramente de la Noche Electoral, yo ya llevo varias y créanme, son tan emocionantes como el Súper Tazón o para muestra más cercana, como la Serie Mundial.

Disfruten el martes.

felfebas@gmail.com

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